Día de los Fieles Difuntos

Esta celebración se sustenta en la doctrina que establece que al morir las almas de los fieles no han sido limpiadas de pecados veniales, o bien no han sido expiadas por trasgresiones del pasado. Debido a que dichas almas no pueden alcanzar la Visión Beatífica, se realizan rezos y el sacrificio de la misa.
Existe una creencia de que sus almas retornan al mundo mortal en esta fecha y se recurre a todo tipo de elementos para guiarlos en su recorrido: el 1 de noviembre los niños, y al día siguiente los adultos.
Una de las costumbres más difundidas de este día es la realización de altares, que se montan días previos a las celebraciones en las casas y sobre las tumbas de los difuntos. Se colocan allí objetos de la persona honrada, elementos especiales y ofrendas de comida a modo de banquete.
Algunos de los elementos que llevan generalmente los altares son sal, como elemento de purificación; velas, tanta cantidad de velas como de almas que quieran recibir, para alumbrar su camino entre otras cosas; pan que simboliza el “cuerpo de cristo”; y agua, para calmar su sed tras el recorrido.
Además, suelen contener flores, copal, incienso, calaveras de azúcar, petate (alfombra especial tejida), licor, cruz de ceniza y comida, los cuatro elementos de la naturaleza (tierra, viento, agua y fuego) simbolizados de diferentes maneras, y más.