Nacieron en una clínica clandestina, los vendieron cuando eran bebés y se unieron para buscar a sus familias

Actualidad 20 de agosto de 2023 Por La Lupa Medios
Entre los años 1955 y 1986, un grupo de bebés nació en una clínica clandestina de la localidad de Gerli, partido de Avellaneda. Allí la partera Fina Andrade Riviere engañaba a las madres: les decía que habían nacido muertos y los vendía a familias que no podían tener hijos. Un destino cruel los unió y, décadas después se convirtieron en “los buscadores de la verdad”, hombres y mujeres que comparten la obsesión de conocer su identidad.
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Karina Galluccio empezó la tarea. Ella sabía su historia desde muy chiquita. Sus padres de crianza no se lo ocultaron y cuando tenía 9 años le dijeron la verdad. Pero la mujer quería saber realmente quiénes habían sido sus progenitores y cerrar un ciclo de tantos años de dudas.


Un día, se armó de fuerzas para enfrentar la realidad. El año pasado, un domingo de junio, Karina viajó 30 kilómetros desde su casa en Ciudad Jardín para llegar a la vivienda de dos pisos ubicada en Gerli, en el sur del conurbano. Esa dirección figuraba en su partida de nacimiento, y también tenía el nombre de la partera.

Parada frente a un cartel con una cruz verde que señalaba que allí funcionó una clínica, con un miedo inmenso a lo que podría encontrarse detrás, golpeó dos veces la puerta marrón de la entrada y un joven de ojos claros y pelo rubio salió a recibirla. “Quiero saber si yo nací acá”, le dijo, convencida de que no iba a tener una respuesta. Pero lo intentó.


“Fina murió” fueron las únicas palabras que el chico se dignó a decir. Karina recuerda que el joven tenía, en la mirada, un odio que la intimidó. Después de esa respuesta, él cerró la puerta y también la posibilidad de obtener algún dato que la llevara a la verdad. Pero Karina no se dio por vencida.


Karina comenzó a tocar timbres, a golpear puertas, pero nadie le daba una pista concreta. Decidió dar vueltas por el barrio y, mirando las casas que estaban en la zona, una le llamó la atención.

“Tenía la fachada pintada de rojo. No me preguntes por qué, pero algo dentro de mí me decía que tenía que hablar con la persona que vivía ahí. Me bajé del auto, caminé hasta la casa y vi a una mujer estaba barriendo las hojas de la vereda, junto a un hombre sentado en la reposera. No dudé, corrí desesperada. Le pregunté si conocía a la partera que vendía bebés. Al hombre se le abrieron los ojos y con tono enojado me dijo ‘sí, pero cómo vas a preguntar eso, es un tema serio, no se juega con eso’. Después me miró a los ojos, se puso a llorar y me dijo: ‘Yo compre a mi hija ahí'”.

    

Karina cuenta que abrazó al hombre de la casa roja y lloraron desconsoladamente. Después de tanto destrato, había encontrado alguien que podía hablarle de sus orígenes. “De tantas veces que recorrí el barrio, de tantas puertas que golpeé, al fin alguien me dijo ‘sí, vos naciste ahí’ y me llenó de esperanzas”.


Las víctimas describen a la partera Fina Andrade como una mujer fría y ambiciosa. Trabajó en el Hospital Rawson de CABA, y en el Evita de Lanús.

Su tarjeta personal señalaba que era médica obstetra diplomada en la Facultad de Ciencias Médicas de la Ciudad de Buenos Aires. Según testimonios cercanos, la partera conoció el negocio de la venta de bebés por medio de los médicos que trabajaban con ella.

    

El precio que pagaban los padres que no podían tener hijos era el valor de un departamento. Según los testimonios, Fina hablaba con calma de sus actividades ilícitas, como si no temiera ser descubierta.

La casa de la calle Ushuaia al 428, donde alguna vez funcionó la clínica clandestina, parece estar abandonada. Pero ahí viven familiares de la partera, a quien la mujer les contó una historia muy distinta. Les habló de madres desfavorecidas y de bebés entregados a hogares capaces de cuidarlos.

    
Fuente: TN 

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